
Qué regalo puedo hacerte,
qué rosa se te compara.
Cuál estrella te bajara
con mi oficio de quererte.
Qué universo ya ofrecerte
si todos están en tí,
todo el mar, todo el rubí
en tu armadura de rima,
de un sueño materia prima
en alas de colibrí.
Recuerdo la vez primera
que me anegaron tus ojos.
Gaviota volando en rojos
tus labios de Primavera.
Y aquella dulce frontera
de tu frente develando,
filones de Amor viajando
cual revelación herida.
Todo el azar de la vida
en tu Musa palpitando.
Cuánto quedaba de aurora
en cada verso que hacías.
Magia de luz en los días,
minuto astral en la hora.
Cuánto de miel atesora
tu sonrisa alucinante,
cuánto de pez y diamante
en la copa de tu encanto:
Esa palabra, ese canto,
de una lira palpitante.
Pastor Aguiar
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