El mar se anida en la tarde
despeinándose en la brisa.
Lleva un ramo de gaviotas
reflejadas en la espuma.
Es bala mansa, sin rumbos,
barbecho azul en el líquido.
dobleces de cicatriz.
El mar que viene sediento
a beberse las orillas
mirándome
esas regiones que ya fueron,
parte de mí.
Me siento herido en sus venas,
mínima señal de que estoy vivo
y que de un moemnto a otro,
seré pez.
Pastor J. Aguiar
Sunday, January 27, 2008
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